La escapada
La mujer bajó corriendo las escaleras. Al llegar al último peldaño reparó en que algo le faltaba. Era su dignidad, que había quedado atrapada en esa oscura pieza de hotel.
El asesinato
En la habitación de ese hotel había quedado el cuerpo inerte de esa mujer tendida boca arriba y con un hilo de sangre corriendo por la comisura de sus labios amoratados. Miró a ambos lados de la calle. No esperó la luz verde del semáforo. Simplemente cruzó. Encendió un cigarrillo y notó que sus manos le temblaban. Pensó en regresar pero ya era tarde.
El hallazgo
Giró la perilla de la puerta con cautela, la empujó suavemente y asomó su nariz al interior de aquella habitación nauseabunda. Al abrir la puerta pudo ver lo que ya intuía. Era ella, la mujer que había visto descender las escaleras de ese viejo hotel que administraba.
Un hilo de sangre corría por esos labios ennegrecidos y mustios. Quiso tocarlos pero no se atrevió por temor a dejar sus huellas y ser culpado de un crimen que no cometió.
La mujer bajó corriendo las escaleras. Al llegar al último peldaño reparó en que algo le faltaba. Era su dignidad, que había quedado atrapada en esa oscura pieza de hotel.
El asesinato
En la habitación de ese hotel había quedado el cuerpo inerte de esa mujer tendida boca arriba y con un hilo de sangre corriendo por la comisura de sus labios amoratados. Miró a ambos lados de la calle. No esperó la luz verde del semáforo. Simplemente cruzó. Encendió un cigarrillo y notó que sus manos le temblaban. Pensó en regresar pero ya era tarde.
El hallazgo
Giró la perilla de la puerta con cautela, la empujó suavemente y asomó su nariz al interior de aquella habitación nauseabunda. Al abrir la puerta pudo ver lo que ya intuía. Era ella, la mujer que había visto descender las escaleras de ese viejo hotel que administraba.
Un hilo de sangre corría por esos labios ennegrecidos y mustios. Quiso tocarlos pero no se atrevió por temor a dejar sus huellas y ser culpado de un crimen que no cometió.
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